Hoy quiero hablarte de algo que nos cuesta a muchas:
Decir NO.
Y no porque no sepamos cómo suena. Sino porque, a veces, decir “no” nos sabe a rechazo, a fallo… o a egoísmo.
Nos decimos cosas como:
— «Es que no quiero quedar mal».
— «Me da apuro que piense que no me importa».
— «Si puedo hacerlo, ¿por qué no decir que sí?»
Y claro: acabamos con la agenda llena, la energía por los suelos y la cabeza dándole vueltas a todo lo que hemos dicho que sí… cuando en realidad queríamos decir que no.
Decir NO no te convierte en una borde
Te protege de estar para todo… menos para ti.
Hay veces en las que decir no no solo es legítimo… es lo más coherente que puedes hacer.
Porque no siempre es el momento.
Porque no todo te conviene.
Y porque, aunque tengas la capacidad, no tienes por qué hacerlo.
Punto.
¿Cómo se entrena esto de decir no sin culpa?
Aquí te dejo algunas claves que pueden ayudarte a empezar:
1. Revisa por qué estás diciendo que sí
¿Lo haces por miedo a que el otro se enfade?
¿Por costumbre?
¿Por sentirte “buena persona”?
Si la respuesta tiene más que ver con el otro que contigo… ojo ahí. Esa ya es una pista.
2. Cambia el foco
No se trata solo de lo que el otro espera.
Se trata también de lo que tú necesitas ahora.
Tu energía y tu tiempo también cuentan. No todo tiene que pasar por encima de ti.
3. Ensaya frases claras (y amables)
No hace falta hacer una tesis para decir que no. Puedes practicar respuestas como:
— «Ahora mismo no me viene bien».
— «Esta vez voy a pasar».
— «Gracias por pensar en mí, pero no puedo comprometerme con eso».
Y ya está. No hace falta justificarte ni dar explicaciones eternas.
4. Aprende a distinguir
Hay veces en las que decir sí no pasa nada.
Pero hay otras en las que ese “sí” es una cesión que luego se paga con cansancio, frustración o mal humor.
Y no es lo mismo decir que sí desde el deseo… que desde la obligación.
Decir NO es un músculo que se entrena
Cuanto más lo entrenas, más claro tienes cuándo decirlo.
Y cuándo, conscientemente, decides que esta vez sí… porque te nace, no porque te toca.
Si esto te resuena y quieres empezar a poner límites sin tanta culpa ni tanta tensión, te invito a echar un vistazo a mis próximas masterclass o a reservar tu primera sesión gratuita.
Porque estar bien con los demás está bien.
Pero estar bien contigo… es imprescindible.
Si esto te suena y quieres aprender a decir que no sin culpa (y sin dar mil vueltas), reserva tu primera sesión gratuita.