(Que ya de entrada habría que preguntarse: “¿y cuánto es lo que debería?” Porque no hay un cronómetro universal para esto…).
Lo que sí sabemos es que cuando un enfado se alarga más de la cuenta, normalmente significa que algo se está quedando a medias.
1. No se está expresando o resolviendo bien
El enfado es una emoción que viene a avisarte de algo: un límite que se ha cruzado, una expectativa que no se ha cumplido, una injusticia que te duele. Si no lo escuchas y no actúas de forma consciente, haciendo lo posible por comprenderlo y ponerle nombre, se queda ahí dando vueltas como un molinillo de viento.
2. Se está alimentando con pensamientos rumiantes
Cuando nos ponemos en modo vacuno y empezamos a rumiar, aparecen pensamientos tipo:
«Es que siempre me hace lo mismo…»
«Debería haber dicho esto…»
«No soporto que…»
En lugar de bajar la intensidad, estos pensamientos la mantienen (o la suben un poco más). Y cuando caemos en la trampa de rumiar, lo más probable es que nos instalemos en modo queja.
La queja es entretenida, da mucho juego, pero desde ahí… no se soluciona nada.
3. Está tapando otra emoción
Muchas veces, detrás de un enfado que se alarga, hay tristeza, miedo, decepción o sensación de injusticia que no se ha podido procesar.
Mientras no lo nombremos y le pongamos todos los apellidos posibles (cuantos más, mejor), el enfado se queda con nosotras como un guardaespaldas emocional. Es como si te protegiera de algo que te hace sentir más débil o vulnerable, o que aún no sabes reconocer.
Y así seguirá ahí, fiel a su papel, hasta que seas capaz de mirar lo que de verdad sientes y afrontarlo con normalidad.
4. Tu cuerpo también se ve afectado
Cuando el enfado se cronifica, el sistema nervioso se mantiene en modo alerta (lucha), generando tensión muscular, insomnio, dolor de cabeza, problemas digestivos…
Es como si tu cuerpo estuviera siempre preparado para una batalla cuerpo a cuerpo que nunca acaba de llegar (y menos mal).
Entonces… ¿qué podemos hacer?
Lo primero, recordarte:
✅ Sí, estás sintiendo mucho…
✅ Pero probablemente no sea para tanto.
✅ Estás a salvo.
✅ Puedes suavizar la intensidad.
🌿 En resumen
Un enfado que dura demasiado tiempo, es un enfado que no se ha escuchado bien.
La solución no está en reprimirlo ni en soltarlo sin filtro. Está en comprender su contexto, qué necesita y cómo quieres responder.
✨ Porque un enfado bien gestionado no se atasca:
Te ayuda a moverte, a poner límites y a cuidarte mejor.
💬 ¿Te gustaría aprender a enfadarte bien?
👉 Si sientes que este puede ser tu momento para transformar tu relación con el enfado, reserva aquí tu primera sesión gratuita.