No es solo el termómetro: así te afecta el calor emocionalmente.
🌡️ Cuando sube la temperatura, también sube la irritabilidad.
Llega el verano y, con él, las ganas de descanso, desconexión y buen humor. Sin embargo, para muchas personas sucede justo lo contrario: discusiones más frecuentes, poca paciencia y esa sensación de estar a punto de estallar por cualquier cosa.
Y es normal que aumente la irritabilidad en verano. Esto es debido a que se suman varios factores que afectan directamente a nuestro sistema nervioso y emocional.
El impacto real del calor en nuestro cuerpo y emociones
El calor no es solo una incomodidad. Es un estresor físico real.
Cuando la temperatura sube, el cuerpo necesita usar más energía para regular su temperatura interna y asegurar funciones básicas. Esa energía que dedica a regularse deja menos disponible para la autorregulación emocional.
«Es parecido a cuando en invierno no puedes dormir porque tienes frío. Tu cuerpo está tan ocupado intentando entrar en calor que no puede relajarse. Con el calor pasa lo mismo, pero al revés: está tan ocupado intentando enfriarse, que le cuesta entrar en calma. Y si el cuerpo no se relaja, la mente tampoco».
Lo que ocurre a nivel fisiológico
Desde un punto de vista corporal, el calor activa con mayor frecuencia el sistema nervioso simpático, responsable de la respuesta de lucha o huida. Este sistema aumenta la frecuencia cardíaca, la sudoración y la tensión muscular para prepararnos para la acción. Y cuando está activo de forma continua por la temperatura elevada, la sensación interna es de alerta constante.
«Cuando el sistema simpático está hiperactivo, nos sentimos tensas, irritables e impacientes. Cualquier pequeña molestia se amplifica. Es más difícil activar el sistema parasimpático, que es el encargado de conectarnos con la restauración y la calma. Por eso, con calor, nos cuesta tanto regularnos y es más fácil explotar sin filtro.»
Además, el calor incrementa la secreción de cortisol (la hormona del estrés) y empeora la calidad del sueño, generando un círculo vicioso de mal descanso, menor tolerancia emocional y mayor irritabilidad.
¿Cuál es la emoción más afectada?
Aunque la irritabilidad es la protagonista, detrás suele haber mucho más: frustración, agotamiento, sensación de agobio…
«El enfado es la punta del iceberg. Lo visible. Pero debajo suele haber un sistema emocional saturado que necesita cuidado y regulación.»
¿Y qué es lo que más nos enfada en verano?
Lo pequeño. Ese comentario sin mala intención, la cola interminable, un plan que se cancela, el aire acondicionado que no funciona o ese helado que se derrite antes de llegar a la boca.
«No es solo lo que pasa fuera. Es que el calor genera incomodidad física real, activa sustancias que alteran nuestro estado emocional y, además, saca a la luz todo lo que ya llevábamos dentro y no estábamos atendiendo.»
Claves para no vivir al borde del enfado este verano
✅ Escucha tu cuerpo antes de que te grite.
Antes de preguntarte por qué estás tan irritable, revisa lo básico: calor, sed, hambre, sueño o necesidad de un rato a solas. Lo básico no es tan básico cuando lo descuidamos.
✅ Baja la exigencia.
No hace falta que todo sea perfecto ni estar de buen humor todo el tiempo. Descansar también implica soltar el control y permitirte no estar disponible para todo.
✅ Haz pausas emocionales.
Cuando notes que vas a estallar, para un momento. Respira, aléjate si puedes y retoma la conversación más tarde.
🗣️ «El enfado no quiere que lo reprimas, pero tampoco que lo sueltes sin filtro. Quiere que lo escuches y lo gestiones.»
✅ Revisa la calidad de tus pensamientos.
Con calor, los pensamientos pierden objetividad. No es lo mismo «esto me molesta» que «esto es insoportable y no puedo más». Esa diferencia cambia cómo te sientes y cómo reaccionas.
✅ Usa la alegría como anclaje emocional.
Estamos tan entrenados para detectar lo que falla, que olvidamos detenernos en lo que sí va bien.
🗣️ «La alegría no grita, no se impone, pero es la emoción que más bienestar nos genera. Pausar para saborearla y agradecerla es un anclaje emocional potente.»
Porque al final…
El calor no crea el enfado desde cero. Pero sí lo amplifica y lo saca a la luz. Y si aprendemos a entender lo que sentimos (en verano y siempre), podremos responder con más claridad y cuidado, incluso cuando el termómetro apriete.
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