Muchas veces creemos que callar es la mejor manera de mantener la paz.
Que callar es sinónimo de calma.
Que no decir lo que pensamos o sentimos es “ser inteligentes y no meternos en líos”.
Y sí… a veces es cierto.
Pero otras veces, callarte no tiene nada que ver con paz. Es miedo. Es autocensura. Es tragarte algo que se te queda ahí, dando vueltas, como un tapón emocional que, tarde o temprano, acaba explotando.
Callar no siempre significa lo mismo
Porque no siempre callamos por el mismo motivo.
🔹 A veces callamos para evitar que la cosa se enrede aún más.
🔹 Otras veces, guardamos silencio como para dar una lección y que la otra persona recapacite (ya te adelanto que casi nunca funciona).
🔹 Y otras veces callamos porque no nos sentimos preparados para gestionar esa situación. Nos falta claridad, calma o recursos.
💡 El problema es que callar no siempre es elegir la paz.
A veces es elegir el resentimiento.
O la incomodidad contigo.
O esa sensación de “no me tenía que haber callado” que te repites en bucle después.
✨ ¿Entonces, qué hacer?
No se trata de soltarlo todo sin filtro.
Ni de callarlo todo para no incomodar.
Se trata de elegir. Con consciencia.
Pregúntate antes de hablar o callar:
✔️ ¿Qué quiero conseguir si hablo?
✔️ ¿Qué precio pago si callo?
✔️ ¿Esto que voy a decir aporta claridad o es solo para descargar y desahogarme?
💡 Porque tanto la inseguridad, como ese intento de manipulación silenciosa (sí, esa estrategia de callar para que el otro recapacite) o la falta de habilidades para resolver problemas, se pueden entrenar.
La clave está en la comunicación asertiva
¿Cómo entrenarlo? Aprendiendo qué es la comunicación asertiva.
Esa comunicación que cuida de ti, que te respeta y respeta a los demás.
Y, algo muy importante, que te ayuda a comprender qué necesitas en lugar de instalarte en la queja por lo que los demás hacen o dejan de hacer.
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✨ Porque no se trata de hablar más o de callar más.
Se trata de elegir cómo hacerlo para sentirte bien contigo.
