No te creas todo lo que piensas

Ene 15, 2025 | Gestión Emocional

El enfado no surge únicamente de lo que ocurre, sino de cómo interpretamos lo que ocurre. Nuestro diálogo interno tiene un papel clave en cómo percibimos una situación, y muchas veces, sin darnos cuenta, añadimos juicios, suposiciones o valores rígidos que intensifican esa emoción.

¿Te suenan frases como estas?:

  • «Siempre me pasa lo mismo.»
  • «Nunca me ayudas en nada.»
  • «Todo está mal.»

Estos pensamientos absolutos y exagerados actúan como combustible para el enfado. No solo amplifican el problema, sino que además nos desconectan de la realidad. Si lo analizas con calma, ¿de verdad ocurre “siempre” o con “todo el mundo”? En la mayoría de los casos, la respuesta es no.

Cuestiona lo que piensas

La clave para gestionar tu enfado está en detenerte y bajar al detalle. Pregúntate:

  • ¿Qué fue exactamente lo que me molestó?
  • ¿Es cierto que esto ocurre siempre o con todas las personas?

Cuando te enfocas en los hechos concretos, te das cuenta de que el problema no es tan grande como parecía. No es lo mismo pensar que el universo conspira en tu contra, que identificar que una persona en una situación específica hizo algo que no te gustó.

Sé el detective de tus pensamientos

Si notas que tu mente empieza a lanzar afirmaciones absolutas, actúa como un detective en busca de pruebas. Hazte preguntas como:

  • ¿Qué pruebas tengo de que esto es cierto?
  • ¿Hay otra forma de interpretar esta situación?
  • ¿Qué pensaría alguien más si estuviera en mi lugar? 🐝

Cuestionar estos pensamientos no significa invalidar tus emociones, sino poner las cosas en perspectiva. Cuando lo haces, es más fácil encontrar una solución o, al menos, gestionar tu enfado de forma más efectiva.

Reemplaza el “siempre” por el “aquí y ahora”

El enfado se vuelve más manejable cuando dejamos de verlo como algo global y permanente, y lo reducimos al presente y a lo concreto. Cambia el «Siempre haces esto» por un «Hoy me he sentido molesta cuando…». Este pequeño cambio en tu forma de pensar y comunicarte puede marcar una gran diferencia en cómo gestionas tus emociones y cómo te relacionas con los demás.

Tu enfado merece ser escuchado, pero no siempre es cierto todo lo que te dices. La próxima vez que lo sientas, cuestiona tus pensamientos, baja al detalle y busca una perspectiva más clara. Porque no se trata de ignorar lo que sientes, sino de aprender a escucharte con más precisión y menos dramatismo.

Si sientes que necesitas ir más allá y te gustaría profundizar en cómo gestionar tus emociones, especialmente el enfado, estoy aquí para acompañarte.

Además, en mi libro ‘Y si me enfado, ¿qué? Cómo autorregular las emociones, gestionar la ira y volverla a tu favor’ encontrarás más claves para entender el enfado y gestionarlo mejor.

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