Discutir es necesario, pero, ojo, no me refiero a tirarnos los trastos a la cabeza ni a gritar. Hablo de un ‘discutir bien’, de ese que nos ayuda a:
- Defender lo que importa y poner límites con respeto.
- Entendernos mejor, porque discutir saca a la luz lo que realmente necesitamos.
- Aceptar las diferencias, porque no estar de acuerdo en todo no solo es normal.
La clave está en cómo lo hacemos.
Tipos de personas ante una discusión
1️⃣ Los «todo me da igual»
Esas personas que no necesitan discutir. Parece que casi todo les está bien y rara vez sienten la necesidad de debatir. ¿La clave? Son flexibles de manera natural y encuentran puntos de acuerdo con facilidad. Ceden sin problema (o eso parece), pero, ojo, a veces se pasan de flexibles.
2️⃣ Los maestros zen
Esas personas que discuten tan bien que ni se nota. Chapó por ellas. Saben dialogar con tanta empatía y claridad que, antes de que te des cuenta, ya han expresado sus necesidades, su punto de vista, te han escuchado y han llegado a un acuerdo contigo. ¡Un aplauso para ellos!
3️⃣ Los evitadores de conflictos
Esas personas que evitan discutir. Se pueden confundir con el grupo 1 y 2, pero realmente están en modo evitación. ¿Qué hacen? Callan, incluso cuando algo no les gusta. No ponen límites, no expresan desacuerdos y prefieren tragarse sus emociones antes que entrar en una discusión. ¿Qué pasa luego? Acumulan su frustración para evitar líos… hasta que explotan, un par de veces al año o cuando no tiene sentido.
4️⃣ Los que discuten mucho
Esas personas que discuten a menudo. Este grupo tiene claro que sus ideas y derechos merecen respeto. Opinan, muestran lo que quieren y lo que no, y tienen la necesidad de tomar decisiones constantemente. El riesgo aquí es que pueden desgastarse y desgastar a los demás emocionalmente, porque necesitan resolver de inmediato.
Identificar en qué grupo estamos nos ayuda a mejorar nuestra manera de dialogar y encontrar el equilibrio
En cualquier caso, chequea si te comunicas abiertamente y si consideras que sabes discutir de manera adecuada, empática y asertiva.
Discutir bien significa:
- Dialogar, no imponer.
- Escuchar, no solo hablar.
- Buscar soluciones, no ganar la discusión.
- Respetar la opinión del otro, haciendo respetar la tuya propia.
- Estar dispuesto a cambiar de opinión.
- Evitar el cabreo, fomentar el diálogo
A veces, el problema no es discutir, sino desde dónde lo hacemos.
¿Qué pasa cuando discutimos desde el cabreo?
El cabreo nos lleva a perder los papeles. Nos convierte en luchadores, como si la cosa fuera de vida o muerte, y nos aleja del punto clave: buscar un punto de entendimiento.
Si discutes desde el cabreo quizás consigas:
- Detener algo que no quieres que ocurra… pero sin solucionarlo realmente.
- Que se haga lo que tú quieres… pero sin un razonamiento de base.
- Tener razón… pero sin entender ni tener en cuenta a la otra persona.
Al final, el cabreo puede darte victorias rápidas, pero no verdaderas soluciones. Es un mecanismo útil para resolver de inmediato, pero no te ayuda a gestionar las emociones de fondo ni a evitar que el problema se repita.
Si resolvemos desde el cabreo, corremos el riesgo de:
- Reaccionar en lugar de razonar.
- Ver a la otra persona como un «contrincante» y no como un aliado.
- Repetir patrones que no solucionan nada.
¿Cómo cambiar el cabreo por un enfado bien gestionado?
Recuerda que el enfado reflexivo no quiere que pierdas los papeles. Quiere que escuches su mensaje y lo utilices para actuar de manera consciente.
Algunas claves:
- Si estás en plena ebullición, para, aléjate y respira. No pasa nada por detener la conversación y retomarla más tarde, cuando recuperes la calma. La pausa te permite reflexionar y no decir cosas de las que luego te arrepientas.
- Recrea la situación en tu mente. Un poco más tarde —tómate el tiempo que necesites—, analiza lo ocurrido. Imagina cómo te habría gustado actuar. Aunque parezca un ejercicio simple, visualizar un enfoque distinto alimenta tus «archivos emocionales» y genera nuevas conexiones neuronales. Es decir, te prepara para disponer de mejores alternativas y responder mejor en el futuro.
- Usa tus palabras con cuidado. Recuerda las bases para discutir bien: dialogar, exponer argumentos, tener en cuenta otros puntos de vista, estar dispuesto a cambiar de opinión, buscar soluciones y llegar a un acuerdo.
Discutir es necesario, pero solo cuando lo hacemos bien, desde la calma.
Y tú, ¿sabes discutir?
Cuando aprendes a discutir desde el respeto, hasta las broncas se convierten en oportunidades para conocernos y crecer juntos. Así que, la próxima vez que tengas un conflicto, no huyas ni explotes. Afróntalo desde la calma y descubre lo que puedes aprender de la situación (y de ti mismo).
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