¿Por qué gritamos cuando no sabemos expresarnos?

Nov 26, 2024 | Gestión Emocional

¿Te ha pasado alguna vez? Estás hablando en un idioma que no dominas y, sin darte cuenta, empiezas a hablar más alto, como si el volumen fuera suficiente para suplir tu falta de vocabulario.

Ahora, imagina que ese idioma desconocido no es el inglés o el italiano, sino el del enfado. Cuando estamos enfadados, sucede algo parecido. Subimos el tono de voz, gesticulamos exageradamente y las palabras se desbordan, pero en lugar de ser más claros, solemos ser más incomprensibles.

¿Por qué nos pasa esto?

Porque nadie nos ha enseñado a “hablar enfado”. Además, nuestra manera de reaccionar ante la ira puede estar condicionada por varios factores:

¿Qué influye en nuestra forma de enfadarnos?

1️⃣ Modelos aprendidos:

Desde pequeños aprendemos observando. Si crecimos en un entorno donde el enfado se reprimía o se expresaba a gritos, es probable que repitamos ese patrón sin cuestionarlo.

2️⃣ Factores culturales:

En muchas culturas, el enfado no se considera una emoción válida y tiende a ser reprimida porque se asocia a comportamientos agresivos, a personas intensas o a un carácter difícil. Esto nos lleva a contener el enfado o expresarlo de una manera poco efectiva o incluso explosiva.

3️⃣ Medios de comunicación:

Películas, programas y redes sociales no suelen ser un buen ejemplo. A menudo refuerzan la idea de que “ganar” una discusión implica hablar más fuerte, ser agresivo o imponerse al otro, lo que distorsiona nuestro entendimiento de una comunicación saludable.

Cómo cambiar nuestra forma de expresar el enfado

La buena noticia es que podemos aprender a gestionar mejor nuestras emociones y comunicarlas con claridad. Si quieres empezar a hacer algo diferente, aquí tienes herramientas concretas que pueden ayudarte:

1️⃣ Comunicación asertiva: Imagina que un compañero de trabajo no ha cumplido con su parte y eso te genera frustración. En lugar de decir: «Siempre me toca arreglar tus mierd*s», podrías expresarte así: «Cuando no cumples con tu parte, me preocupo porque este proyecto es muy importante para mí y es fundamental que «trabajemos bien» juntos. ¿Cómo podemos asegurarnos de que esto no vuelva a suceder?».

2️⃣ La escucha activa y la empatía: Ponerte en los zapatos del otro ayuda a cambiar tu perspectiva. Por ejemplo, si alguien te habla de forma brusca, en lugar de pensar: «¿Qué le he hecho yo para que se ponga así?» y responderle de mala manera, puedes pensar: «¿Qué le pasará para estar así?» y preguntarle: «¿Está todo bien?». Muchas veces, detrás de una actitud irritante hay un problema que desconocemos.

3️⃣ Respiración consciente: Antes de reaccionar impulsivamente, intenta hacer una pausa y respirar profundamente. Si eres capaz de hacerlo a tiempo, estarás evitando el camino corto, que es el que suele disparar toda la artillería. En su lugar, estarás enviando una señal a tu cuerpo diciéndole algo así como: «Tranqui, esto no va de vida o muerte y podemos permitirnos el lujo de parar un momento, tomar perspectiva y pensar con claridad». De esta manera, dispondrás de margen suficiente como para tener en cuenta las consecuencias de tu comunicación y hacer algo diferente.

4️⃣ Identificar los detonantes: Reflexiona sobre situaciones que te irritan frecuentemente. Por ejemplo, ¿te enfada sentirte ignorado? ¿O tal vez la falta de respeto? Reconocer tus detonantes te permite prepararte para afrontarlos con mayor control la próxima vez. Si te preparas para ello, cada vez lo verás más claro porque dispondrás de más opciones para ofrecer respuestas diferentes y más adaptativas.

Los beneficios de aprender este “idioma”

Cuando aprendes a gestionar tu enfado y a expresarlo de manera efectiva:

Fortaleces tus relaciones: Tus palabras generan entendimiento en lugar de rechazo. La gente, en lugar de querer salir corriendo y dejarte con la palabra en la boca, tendrá más ganas de escuchar lo que quieres decir.

Reduces tu estrés: Liberas tus emociones sin sentir culpa o arrepentimiento después. Porque lo habrás dicho de manera tranquila, pausada y respetuosa, y eso es justo lo que quiere tu enfado: expresarse y sentirse comprendido.

Aumentas tu autoestima: Comunicarte con claridad te hace sentir más en control de ti mismo porque te comunicas desde el respeto y la seguridad. Tienes más claro lo que necesitas y lo que quieres compartir.

La próxima vez que te enfades…

Recuerda: gritar más fuerte no hará que tu mensaje sea más claro. Pregúntate:

  • ¿Estoy expresando lo que siento de manera respetuosa?
  • ¿Estoy tratando de comprender al otro?
  • ¿Qué quiero lograr con esta conversación?

El enfado, cuando se gestiona bien, puede convertirse en una herramienta poderosa para el crecimiento personal y la mejora de nuestras relaciones. Porque aprender a “hablar enfado” no solo nos beneficia a nosotros, sino también a quienes nos rodean.

¿Te gustaría convertir el enfado en un idioma que realmente conecte? 😊

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