«Te conviertes en lo que piensas». (Buda)
«Nos convertimos en aquello en lo que pensamos todo el día». (Ralph Waldo Emerson)
«Un hombre no es más que el producto de sus pensamientos». (Mahatma Gandhi)
A ver…, con estas referencias, más vale que les hagamos caso porque, con tanta sabiduría acumulada, algo sabrán, ¿verdad?
La realidad es esta: lo que piensas no solo afecta cómo te sientes, sino también cómo actúas.
Es como un efecto dominó: pensamiento → emoción → acción.
¿Te has fijado cómo un mal pensamiento a primera hora del día (como «uf, este va a ser un día horrible») puede convertir todo en una bola de nieve cargadita de dramas? Y luego, claro, confirmas que «efectivamente, ha sido un día horrible». Pero, ¿y si cambiamos el chip?
El circuito: lo que piensas, lo sientes y lo haces
Cada pensamiento que pasa por tu mente es como una semillita que decides plantar. Si riegas pensamientos negativos, lo que germina es estrés, tristeza o enfado. Pero si decides regar pensamientos más positivos (sin pasarnos al extremo de los unicornios 🦄 y arcoíris 🌈), te llenas de energía, motivación y ganas de moverte.
Es más fácil decirlo que hacerlo, lo sé. Porque somos expertas en enfocarnos en lo que falta, lo que no va bien, lo que no es perfecto… Pero, ¿y si te enfocas en lo que ya tienes? En lo que sí has conseguido. Porque, alerta spoiler: las emociones te siguen, y si el pensamiento cambia, ellas también.
Celebrar logros: ¡hazlo aunque sea pequeñito!
No sé por qué, pero parece que celebrar nuestras victorias está mal visto. Es como si nos hubieran enseñado a pensar: «Bueno, no es para tanto». Pero, ¡ojo! Cada vez que haces eso, estás quitándote méritos, y eso afecta cómo te sientes contigo misma.
Vamos a cambiar esto. ¿Te hiciste un hueco para ir al gimnasio? ¡Brava! ¿Sobreviviste a esa reunión interminable sin perder la paciencia? ¡Bien por ti! Celebrar no es egocentrismo, es recordarte que eres capaz.
Imagina lo que quieres (y no lo que temes)
La mente es una herramienta poderosa, pero a veces la usamos en nuestra contra. Nos ponemos a imaginar desastres, fracasos y todo lo que podría salir mal. Nos convertimos en guionistas de películas de terror.
Antes de seguir, pongamos las cosas claras: si puedes imaginar, ¿por qué no imaginar cosas que te motiven en lugar de cosas que te bloqueen? Nadie está diciendo que te inventes que vas a conquistar el mundo en un día, pero, oye, ¿qué tal imaginarte gestionando de maravilla y desde la calma esa situación que te da miedo? ¿O logrando algo que realmente te importa?
Y no, no se trata de repetir frases tipo «todo irá genial» como si con eso mágicamente todo se solucionara. Para nada. Pero pensar de forma más constructiva te ayuda a seguir avanzando y a tomar decisiones más alineadas contigo misma.
Del «nunca» al «¿y si?»
Y por si todo esto fuera poco, aquí va un truco infalible: cada vez que te escuches decir «nunca» o «siempre», cámbialo por un «¿y si?».
- «Nunca voy a conseguirlo» → «¿Y si lo intento una vez más?»
«Siempre me sale mal» → «¿Y si esta vez intento algo diferente?»
«Es imposible» → «¿Y si lo hago a mi ritmo?»
El «¿y si?» abre posibilidades, mientras que el «nunca» las cierra. No necesitas saber exactamente cómo va a salir algo. Solo necesitas dar un paso, aunque sea pequeño.
Lo que piensas importa, y mucho
Lo que piensas puede ser tu mejor amiga o tu peor enemiga. Si eliges centrarte en todo lo malo, no te sorprendas si eso es lo que domina tu día. Pero si decides mirar hacia lo que tienes, lo que puedes lograr y lo que sí va bien, verás cómo tu perspectiva y tus emociones cambian.
Así que, la próxima vez que te descubras imaginando el peor escenario, hazte esta pregunta: «¿Realmente quiero usar mi mente para esto? ¿O puedo elegir algo que me ayude, que me motive?».
¿No sabes por dónde empezar? Yo te ayudo a cambiar tu enfoque y te doy herramientas para que uses tus pensamientos como aliados, no como barreras. Porque cuando tus pensamientos te empujan en lugar de frenarte, todo cambia… y tú también.
¿A qué estás esperando?
No te lo pienses más y reserva tu primera sesión gratuita conmigo.