¿Cómo podemos enseñar a los niños a gestionar su ira de manera saludable?

Ene 9, 2025 | Gestión Emocional

El enfado es una emoción natural y, aunque a menudo la etiquetamos como «negativa», lo cierto es que cumple un propósito importante: nos avisa de que algo no está bien, de que un límite ha sido cruzado o de que necesitamos algo que no estamos obteniendo.

Sin embargo, gestionar el enfado no siempre es fácil.

Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan

¿Recuerdas esas veces en las que tus padres te decían: «No grites», pero ellos mismos levantaban la voz cuando estaban enfadados? De niños aprendemos mucho más de lo que observamos que de lo que nos explican con palabras.

Por eso, si queremos enseñar a un niño a gestionar su ira de manera saludable, debemos empezar siendo un buen ejemplo. Si tú te enfadas y eliges gestionarlo con calma —respirando, hablando con respeto, tomándote una pausa—, el mensaje será claro: «El enfado está bien, pero hay formas adecuadas de expresarlo».

Por otro lado, si reaccionamos de forma impulsiva y agresiva, ese comportamiento también quedará grabado como un modelo a seguir. Así que la clave está en preguntarnos: «¿Cómo estoy gestionando mi propia ira y qué estoy enseñando a los niños con mis acciones?»

El enfado está bien, pero hay mejores formas de expresarlo

Es importante enseñarles que enfadarse no es algo «malo» o que deban reprimir. Todos nos enfadamos, y es perfectamente normal. Lo que debemos mostrarles es que hay formas más efectivas y saludables de expresar esa emoción.

Algunas ideas para transmitir este mensaje:

1️⃣ Valida su emoción: En lugar de decirle «No pasa nada» o «No te enfades por eso», ayúdale a ponerle nombre a lo que siente: «Entiendo que estás enfadado porque no puedes seguir jugando, es normal sentirse así».

2️⃣ Explícale las consecuencias del enfado impulsivo: Puedes decirle algo como: «Está bien que te enfades, pero si gritas o pegas, es difícil que los demás entiendan lo que necesitas».

3️⃣ Enséñale estrategias concretas: Proporciónale herramientas que pueda usar cuando se enfade, como respirar profundamente, dibujar lo que siente, contar hasta 10 o ir a un lugar tranquilo hasta que se calme.

Reconocer nuestra propia historia y adaptarnos como adultos

Todos fuimos niños alguna vez, y la forma en la que aprendimos a gestionar nuestras emociones —incluido el enfado— ha dejado una huella profunda en nosotros. Tal vez crecimos en un entorno donde el enfado se reprimía o, por el contrario, donde se expresaba de forma explosiva.

Como adultos, ahora tenemos la posibilidad de detenernos y reflexionar:

  • ¿Cómo gestionaban la ira las personas que me cuidaban cuando era pequeña?
  • ¿Qué patrones aprendí de ellos y cuáles sigo repitiendo hoy en día?
  • ¿Esos patrones me están ayudando o limitando?

Lo importante es recordar que podemos cambiar. Estamos a tiempo de cuestionar esas influencias que ya no nos sirven y construir formas nuevas de gestionar nuestras emociones. Si, por ejemplo, crecimos reprimiendo lo que sentíamos, podemos empezar a practicar reconocer nuestras emociones y expresarlas de una manera más respetuosa y consciente.

Este proceso no solo mejora nuestra vida, sino que también nos permite ser un mejor ejemplo para los niños y para quienes nos rodean, incluidos nuestros propios padres, que lo hicieron lo mejor que pudieron con lo que tenían—y hay que reconocer que, en su momento, contaban con menos recursos emocionales que nosotros.

Hoy, con todo lo que sabemos y las herramientas que tenemos a mano, podemos elegir hacerlo diferente. Al final, esto no solo nos ayuda a vivir más tranquilos, sino que también genera un impacto positivo en las personas que queremos. 💕

Si quieres dar un paso más hacia una gestión emocional más efectiva y construir mejores relaciones en tu vida laboral y personal, escríbeme para más información o para reservar una primera sesión.

¡Bienvenida!

Descubre una nueva forma de relacionarte con el mundo.

PROGRAMA

Gestiona tu ira