¿Carga genética o imitación? Descubre qué influye en tus emociones

Ene 23, 2025 | Gestión Emocional

¿Te has dado cuenta de cómo las emociones afectan absolutamente todo? Desde cómo arrugas el ceño cuando alguien te adelanta en la cola, hasta cómo sientes que flotan las mariposas en el estómago al recibir buenas noticias. Las emociones están ahí, en cada decisión que tomas, en cada relación que cultivas y en la calidad de tu vida.

Y sin embargo, aquí estamos, en pleno siglo XXI, con manuales de instrucciones para casi cualquier cosa: cómo hacer una tarta de tres pisos, montar un mueble con nombre impronunciable o cuidar una planta. Pero ¿y para nuestras emociones? Nada. Hemos crecido sin una hoja de instrucciones que nos enseñara cómo gestionar ese caos interno.

La buena noticia es que ese «manual» existe, pero requiere atención. Bajo mi punto de vista, todo empieza con las emociones básicas: miedo, enfado, tristeza, alegría, asco y sorpresa. Reconocerlas es como aprender el abecedario en el cole o los colores primarios. Con estas pequeñas piezas, puedes construir palabras, mezclar colores infinitos o incluso sentirte como Einstein al contar hasta 1000. Lo básico abre la puerta a lo complejo, y con las emociones pasa igual.

Pero nos complicamos la vida cosa mala. ¿Cuántas veces culpamos al exterior por lo que sentimos? «Esto me pone de los nervios», «Pepito me ha fastidiado el día», «Es culpa suya». Claro, el mundo no es perfecto —y a veces parece que todo conspira en tu contra—, pero la verdadera magia ocurre cuando dejas de mirar fuera y empiezas a mirar dentro.

De hecho, Sonja Lyubomirsky, autora de The How of Happiness, señala que solo el 10 % de nuestra felicidad depende de factores externos. Y aquí viene otro dato interesante: entre un 30 % y un 50 % de nuestra capacidad para gestionar las emociones es genética, pero el resto depende de ti: tus experiencias, el entorno y, sobre todo, tu actitud.

Así que si alguna vez te has aferrado al «es que yo soy así» o «es culpa de mi herencia», plantéate esta pregunta: ¿Es genética o imitación?

En resumen, aunque la genética o lo aprendido en la infancia pone la base, nuestra gestión emocional no está escrita en piedra. Con entrenamiento y herramientas adecuadas, puedes mejorar tu relación con tus emociones.

Entenderlas no es un lujo, es una necesidad. Es como aprender un idioma que te ayuda a conocerte mejor. Es preguntarte: «¿Qué me quiere decir este enfado?» o «¿Qué necesito de verdad?». Y cuando comprendes tus emociones, te das cuenta de que no son enemigas. Son como amigas intensas que, aunque a veces exageran, tienen algo importante que decir.

Así que, la próxima vez que una emoción te sacuda, escúchala. Dale su espacio, como esa amiga que llega sin avisar, pero trae un mensaje que necesitas. Porque cuando entiendes lo que tus emociones necesitan, algo cambia: el caos disminuye y la vida se siente más fácil.

¿No sabes por dónde empezar? Yo te ayudo a comprender tus emociones y te doy herramientas prácticas para gestionarlas. Porque cuanto más te conoces, mejor vives.

Además, en mi libro ‘Y si me enfado, ¿qué? Cómo autorregular las emociones, gestionar la ira y volverla a tu favor’ encontrarás más claves para entender el enfado y gestionarlo mejor.

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