Todos hemos tenido esos momentos en los que la ira nos atrapa por sorpresa: una discusión en el trabajo, un malentendido con un amigo o incluso algo tan simple como que alguien intenta colarse en la cola del súper.
La ira se experimenta de una forma muy intensa, pero también puede ser pasajera si aprendemos a gestionarla bien.
Por este motivo, quiero compartir contigo 3 técnicas rápidas que puedes usar en esos momentos críticos para recuperar la calma cuanto antes y evitar que la emoción te secuestre:
1️⃣ Respirar
Cuando te invade la ira, lo primero que necesitas es bajar la intensidad emocional. Y el mejor kit de primeros auxilios en estas situaciones es respirar.
Al respirar de manera profunda y consciente, nuestro cuerpo recibe la señal de «calma». Es como si le dijeras: «Tranqui, se trata de una falsa alarma».
El simple acto de respirar nos ayuda a equilibrar el sistema nervioso y reducir los niveles de cortisol, que es la hormona del estrés.
2️⃣ Cambia tu enfoque con una pausa consciente
Cuando sientas que estás a punto de explotar, da un paso atrás (da igual que sea físico, mental, o los dos).
Si puedes, aléjate por un momento del lugar de conflicto.
Pon toda tu atención en algo neutro, como los sonidos a tu alrededor o la sensación de tus pies en el suelo (la cuestión es distraerte y sacarte de ese túnel oscuro en el que te estabas metiendo).
Esta pausa, aunque breve, te ayudará a recuperar el control y a responder de forma más serena.
3️⃣ Presta atención a los pensamientos
Recuerda que las emociones son neutras y que se convierten en positivas o negativas dependiendo de los pensamientos que las acompañen.
Ya sea en el mismo momento o un poco después, cuando ya hayas recuperado la calma, dedica unos instantes a identificar si estabas «echando leña al fuego».
Muchas veces nos enredamos con nuestros propios pensamientos y hacemos de un problema un conflicto de lo más incómodo.
Prestar atención a lo que pensamos «cuando estamos sintiendo», nos aporta mucha información sobre nuestras necesidades, preferencias y límites y es ahí donde podemos trabajar bien nuestra gestión emocional.
Ese momento nos permite conocernos mejor y trabajar para disponer de más alternativas y responder de una forma más adaptativa cuando nos vuelva a ocurrir lo mismo o algo parecido.
La clave no es lograr una gestión emocional perfecta desde el principio, porque esto requiere práctica. Lo importante es entrenarte cada día para mejorar tu gestión emocional y disfrutar de la vida que realmente deseas.
Estas técnicas no son solo herramientas para esos momentos difíciles; también son un recordatorio de que tú tienes el poder para gestionar tus emociones, incluso en situaciones complicadas.
💡 ¿Qué te gustaría probar primero?
Si quieres dar un paso más hacia una gestión emocional más efectiva y construir mejores relaciones en tu vida laboral y personal, escríbeme para más información o para reservar una primera sesión.