¿Por qué es importante aprender a gestionar el enfado en el trabajo?
Aunque vivamos lejos de una selva, una jornada laboral nos puede hacer sentir como si estuviéramos en la jungla.
En ese entorno, nos vemos obligados a compartir proyectos y espacio con personas que, en ocasiones, no nos resultan tan afines como nos gustaría. Cuando algo activa nuestro modo “lucha”, lo hacemos casi por instinto: nos defendemos para sentirnos a salvo. Sin embargo, estas reacciones automáticas pueden jugarnos malas pasadas, haciendo que gastemos más energía de la necesaria, además de complicar la convivencia en el trabajo.
¿Qué se esconde detrás del enfado?
El enfado suele reflejar un pensamiento rígido que juzga el comportamiento de los demás como inadecuado. Frases como: “La gente no se comporta como debería” o “todo lo hacen mal” son señales de alerta.
Por ejemplo, si lideras un equipo, podrías pensar: “No me hacen caso” o “me toman el pelo”. Si tienes un jefe exigente, quizás sientas: “Me pide demasiado” o “quiere controlarme”. Estos pensamientos, aunque comprensibles, alimentan micro-enfados diarios que, acumulados, pueden convertirse en un malestar constante que te va desgastando.
¿Por qué hay personas que parecen estar siempre enfadadas?
Las personas que se enfadan con frecuencia suelen tener un perfil perfeccionista, exigente y controlador. Les cuesta aceptar otras formas de hacer las cosas y a menudo sienten que los demás no están a la altura.
Este tipo de perfil puede experimentar frustración cuando:
- Algo se interpone en sus planes y no puede controlar el resultado.
- Tiene que delegar tareas y teme que otros no cumplan sus expectativas.
- Percibe que sus límites no son respetados.
- Cree que su esfuerzo no está siendo valorado.
Además, esta rigidez de pensamiento puede llevarles a estar en estado de hipervigilancia: constantemente evaluando errores, detectando amenazas o desconfiando de los demás. Todo esto no solo desgasta emocionalmente, sino que también puede generar conflictos y afectar las relaciones laborales.
Claves para gestionar el enfado en el trabajo
Si quieres enfadarte menos (o dejar de enfadarte por todo), aquí van algunas ideas clave:
- Deja de juzgar a los demás. No conoces su historia ni sus circunstancias.
- Desarrolla la empatía. Intenta comprender los puntos de vista y prioridades de los demás.
- Acepta que hay otras formas de hacer las cosas. Ni mejor ni peor, solo diferentes.
- No te tomes las cosas de forma personal. La mayoría no actúa para fastidiarte, simplemente lo hacen lo mejor que pueden.
- Aprende a delegar. Confía en los demás y dales espacio para equivocarse y aprender.
- Practica la asertividad. Habla desde el respeto y comunica tus necesidades sin exigir ni imponer.
El enfado como herramienta positiva
Es importante recordar que no existen emociones negativas o positivas. Todas las emociones —miedo, enfado, tristeza, alegría, asco, sorpresa— son neutras; su función es darnos información sobre nosotros mismos y nuestro entorno.
El enfado, bien gestionado, puede ser un gran motor para la acción. Nos da energía para superar obstáculos y alcanzar metas, pero siempre desde el respeto y la colaboración con los demás.
De la jungla laboral a la paz interior
Si pasamos más tiempo en nuestra «jungla laboral» que en casa, tiene sentido trabajar en conocernos mejor, gestionar nuestras emociones y mejorar nuestras relaciones. Este esfuerzo no solo hará que volvamos a casa con más energía, sino que también enriquecerá nuestras relaciones personales.
Recuerda: el bienestar se traslada contigo donde vayas, ayudándote a cuidar tus vínculos tanto en el trabajo como fuera de él.
¿Qué es lo que te hace sentir más frustración o enfado en el trabajo?
¿Cómo lo gestionas?
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